4. Mi Primer Parto, Una Experiencia Empoderante (Podcast)

por Luz Adriana

Quisiera iniciar este capítulo con un testimonio inspirador de lo que le sucede a una mujer al parir. Barbara, el nombre de la mujer dice así:

“Supongo que lo más importante que descubrí fue que tu actitud y cómo abordas tú el dar a luz o nacimiento es de suma importancia. En otras palabras, es importante afrontar cada parto como un toro, con toda la fuerza, sin miedo ni titubeos, con la actitud de que puedes y no te vas a contener. Esta es tu oportunidad de recordar tu poder como mujer, las inhibiciones no están permitidas. Esas contracciones son una carga de energía, y cada una acerca al bebé al nacimiento. Tu bebé siente tu fuerza y ​​también tus miedos. Las parteras me ayudaron mucho con esto y me recordaron mi fuerza.”

Este es el testimonio es recogido en el libro titulado Guía para dar a Luz de Ina May (Gaskin, Ina May, 2003, p. 28)

Continúo ahora con el relato de mi experiencia que gracias al acompañamiento que tuve con Piedad, mi Doula, me permitió poner en diálogo muchas de las vivencias e inquietudes que estaba teniendo durante la gestación; cosa que nunca sucedió en las consultas con el gineco-obstetra quien, haciendo el trabajo que demandan los protocolos de salud, sólo se limitaba a hacer las mismas preguntas en cada control y a anotar mis respuestas en el sistema. Es decir, lo que era esperable para la institución de salud de la labor de un obstetra, sin embargo, yo esperaba una mayor interacción, tal vez una posibilidad de compartir mi vivencia…. De hecho, recuerdo haber llegado un día con el libro de Bertherat con ganas de dialogar con él, esperando una mirada, un espacio de contacto visual que me permitiera romper el protocolo de las citas de seguimiento, para adentrarnos en una conversación espontánea sobre la vivencia del embarazo. Nunca sucedió y debí renunciar a esta idea.

La lectura de este libro y los encuentros con mi doula, realmente fueron los acompañantes para el diálogo sobre mi experiencia de gestación y la preparación para la experiencia del parto.

Llegando a la semana 39 me encontré con la advertencia del médico obstetra que me dijo que: “si no dilataba para el día en que comenzaba la semana 40, tendría que inducir la dilatación con medicamento”. Una declaración como esta que postula una posición de poder sobre un acontecimiento que sucede en mi interior, supondría, digo yo, al menos una conversación sobre cómo me siento, cómo me está yendo en el embarazo… al menos, una consideración de que yo como otro que experimenta el embarazo tengo algo que decir, y no sólo consentir, sino expresar sobre lo que sentía frente a su solicitud. Así que, sin pensarlo dos veces, decidí adelantarme a su imposición sobre mi cuerpo, investigando y posteriormente organizando un baño de tina con hojas de brevo, que según supe por la sabiduría popular, son para promover la dilatación de manera natural. Mi intención era poder lograr un espacio de intimidad en el que me pudiera disponer con mi hijo y asumir el dictamen del médico de manera que pudiera proteger, hasta cierto punto, la invasión externa y al mismo tiempo, no generar una confrontación con la persona que iba a ayudarme a parir. .. Así que la noche anterior al parto, en una tina con agua tibia, a la luz de las velas y en compañía de la virgen María, como representación de la maternidad, me sumergí y hablé con mi hijo sobre lo que venía. Fue un bonito momento que recuerdo y que surtió efecto, pues para la madrugada de ese día, las contracciones comenzaron a suceder. Estuve 4 horas con mi esposo haciendo los ejercicios que había practicado durante las sesiones de acompañamiento con la Doula: respiración, yoga, movimientos pélvicos sobre la pelota y con el reboso… Y, como buena primeriza, logré aguantar hasta los 4 cm de dilatación con los que llegué a la clínica (se supone que debería haber llegado a los 8 cm, pero como la experiencia del dolor es nueva para uno, no hay cómo suponer que ya se tiene la dilatación precisa).

Al llegar a la clínica lo primero que le piden a uno es un monitoreo del corazón del bebé, para lo cuál me pidieron acostarme, cuando en ese momento lo que a mí me provocaba era caminar o estar de pie … acostarme era doloroso e incómodo … pero como era el protocolo debía ceñirme a él. Una vez, terminé el monitoreo me puse a caminar entre contracción y contracción, y al rato se me informó que llamarían al anestesiólogo para que me pusiera la epidural (anestesia), siguiente paso del protocolo médico, a lo que yo respondí: “yo no voy a ponerme la anestesia” … esto obviamente llamó la atención de la enfermera, que se quedó mirándome como extrañada y sólo acató a decir que de todos modos informaría al anestesiólogo para que lo hablara conmigo. Para cuando llegó el médico anestesiólogo, habían pasado varias contracciones que pudimos sobrellevar gracias al aprendizaje que tuvimos en las sesiones con la Doula, que nos enseñó un masaje y presión localizada en mis caderas, que ayudaban a atenuar el dolor. El médico anestesiólogo escuchó con atención nuestra posición al respecto y comentó que lo que hacía mi esposo era similar al trabajo de la anestesia, nos dio una mirada entre la sorpresa y admiración, y se fue. Dos horas más tarde ya estaba en 9 cm de dilatación y las enfermeras tuvieron que llamar al doctor para que llegara cuanto antes pues el bebé estaba por nacer. Le dijeron: “Si usted quiere recibir este bebé, tiene que venirse ya para acá”. No imagino la reacción del doctor al recibir la llamada, pues éste le había comentado a mi esposo en la llamada que le hizo en la madrugada (alrededor de las 3 am), que él llegaría hacia las 9 de la mañana a la clínica, según los cálculos que hacía. Cálculos que seguramente eran resultado de la experiencia de acompañar partos con los protocolos establecidos por las clínicas en los que se usa la epidural y la oxitocina para controlar el momento del parto. Tal vez alterar la planeación de su día, no fue nada agradable para él, pues lo primero que hizo al llegar y verme, fue regañarme por no haberme acogido a los protocolos. Él no entendía por qué no había querido dejarme poner la anestesia cuando “eso ya estaba inventado” y ayudaba con el dolor. Yo, en ese momento, sentí que ya había hecho mi trabajo y que no me iba a enganchar en una discusión (las palabras de Piedad, mi Doula, estuvieron presentes) y le respondí que si él quería hacérmela poner que yo ya no tenía ningún inconveniente (uno se pregunta si era realmente necesario para ese momento la aplicación o si servía a otros intereses). Así que el anestesiólogo de turno me puso la epidural e inmediatamente pasé a la sala de parto. Ya en este momento mi hijo estaba listo para salir y yo me sentía preparada para ayudarlo, habiendo hecho lo que estaba en mis manos.

En la sala de partos estábamos todos, incluido mi esposo. Ciertamente, no es un escenario físico que a uno le guste recordar, no hay una estética de recibimiento. La sala solo te transmite deseos de salir rápido de allí; es fría, tiene demasiada luz, el olor a medicamentos no es agradable. Lo que te remite es a hacer la tarea para salir rápido de ella, además de tener tanta gente alrededor mirando. Bueno, de ese momento quisiera recordar dos instantes, uno cuando el doctor alza las tijeras para hacer el corte de la episiotomía porqué fue un momento angustiante… ya que no me lo esperaba, había leído al respecto pero nunca lo hablamos con el médico… Yo en ese instante miré a mi esposo con susto porque no quería que sucediera. Mi esposo, al ver mi gesto, entendió lo que pasaba por mi mente y me contestó, también gestualmente, pidiendo que soltara y que dejara ir mi conmoción. Yo así lo hice, y mi hijo nació, y claro, eso hace que uno olvide varias cosas.

Desde la literatura académica que se puede encontrar sobre el acompañamiento médico en el parto, se encuentran varias voces que cuestionan la forma medicalizada que se ha instituido en dicha atención. Wagner en el I Congreso Internacional de Parto y Nacimiento en Casa que se lleva a cabo en el año 2000 (es decir hace 22 años!!), señala que la episiotomía no es necesaria en más del 20% de los casos y que la misma puede causar más sangrado, dolor y hasta disfunciones sexuales posteriores. Según sus palabras: “Por todas estas razones, realizar demasiadas episiotomías ha sido correctamente etiquetado como una forma de mutilación genital de la mujer. El índice de episiotomías del 89% en España constituye un escándalo y una tragedia.” (p. 1).

Para autores como (Gómez Abero, A.M.; Díaz-Jiménez, D; Somavilla Luengo, C, 2019) “El parto en el hogar en mujeres de bajo riesgo se muestra como una opción segura para su salud y la de sus hijos, con menor riesgo de episiotomías, partos instrumentalizados, cesáreas y una mayor tasa de partos vaginales. Así como disminución de estados de ansiedad y depresión durante la gestación en comparación con el ámbito hospitalario.” (p. 12). Además añaden que se encuentra que hay menos probabilidad de que el bebe nazca de bajo peso, prematuridad e ingreso a unidades cuidados intensivos.

El otro instante que tengo de recuerdo es cuando toman a mi hijo para limpiarlo y él llora incesantemente, y entonces yo lo llamo por su nombre, Jacobo, y mi bebé para de llorar. Reconoce mi voz, o el tono o el timbre que ha venido escuchando durante los últimos meses en mi útero, y cesa de llorar como esperando escuchar nuevamente la voz que reconoce. Este último recuerdo es el más bello que tengo de ese momento en la sala de partos.

De esta experiencia sólo me quedaron las ganas de hacer un parto completamente distinto para mi segundo hijo y esa es la historia que les contaré en mi siguiente podcast.

Referencias:

  • Gaskin, I. M. (2003). Ina May´s Guide to Childbirth. New York: Bantam Dell/Random House, Inc.
  • Wagner, M. (2000). El nacimiento en el nuevo milenio. En Ob Stare (Comp.). I Congreso Internacional de Parto y Nacimiento en Casa (pp. 11-28). Jerez de la Frontera: Ob Stare. Consultado el 15-1-10. [En línea]. Disponible en: http://www.instintomaternal.com/es/contenido/?iddoc=417
  • Gómez Abero, A.M.; Díaz-Jiménez, D; Somavilla Luengo, C. (2019). Parto en casa versus parto en el hospital. Revisión bibliográfica de literatura actual. SANUM Revista Científico-Sanitaria, 3(3):6-15. https://www.revistacientificasanum.com/pdf/sanum_v3_n3_a1.pdf